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Nintendo

[REVIEW] The Eternal Castle Remastered

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Existe ese período de tiempo en el que los juegos de una determinada época se sienten como específicas obras de arte. Para cualquiera que haya tenido la oportunidad de jugar Prince of Persia, Another World, Flashback y similares, esos títulos maravillosamente angulares que tienen una historia y una gravedad detrás de ellos que provienen del desarrollo de ideas y sueños que, en ese momento, estaban más allá de las capacidades de expresión de la tecnología, entenderán a la perfección el sentimiento y el gran trabajo que hay detrás de este clásico ochentero.

Para algunas personas, una remasterización es la opción clara de tomar esas fantásticas nociones y reutilizarlas en una resolución más alta, con más control y píxeles. Para otros, es importante preservar la herencia de todo y dejar el juego sin cambios. Estas nociones son la razón por la que existen juegos como The Way y The Fall: reconocen la destreza que se utilizó para crear aventuras surrealistas y memorables cuando la ambición estaba limitada por el alcance de los bits y los pixeles.

Una Aventura/Plataforma Cinematográfica

Para las personas detrás de The Eternal Castle Remastered, debieron tener en cuenta que la historia detrás del nacimiento de esta experiencia es casi tan importante como el juego en sí. Decididos a crear un cuento en línea, los creadores (Leonard Menchiari, Daniele Vicinanzo y Giulio Perrone) se han esforzado mucho para crear la noción de que se trata de una versión remasterizada de un juego de 1987. Hablamos de un subgénero de aventura que ha perdido fuerza con los años: el de Plataformas Cinematográfico, juegos relativamente realistas, con una jugabilidad centrada en el ensayo y error, animaciones muy elaboradas y una narrativa simplista. Hay un nivel al más puro estilo de Blair Witch Proyect (El proyecto de la bruja de Blair), que invoca tantas pequeñas referencias que inevitablemente te lleva a la conclusión de que este era un juego que todos, de alguna manera, nos perdimos pero que definitivamente existía, siendo casi obligatorio agradecer que TFL Studios lo haya traído de regreso.

 

 

Una historia simplista, pero gloriosa

La trama de The Eternal Castle Remastered es deliberadamente complicada y obtusa de discernir, tanto en el contexto del juego en sí como en la presentación (nuevamente, juegos remasterizados de los 80). Lo que puedo deducir por lo poco explicado al principio, en textos dificilísimos de leer producto del arte antiguo y difícil de plasmar en los televisores actuales es que estamos en un futuro post-apocalíptico en el que una buena parte de la humanidad ha huido de la Tierra porque es un infierno nuclear, y la gente vive en su mayoría en “Ecosferas” autosuficientes, orbitando como satélites alrededor de la Tierra. De vez en cuando, las unidades Scavenger deben ser enviadas a la Tierra para recolectar varios materiales para ayudar a que las Ecosferas sigan funcionando, pero una unidad Scavenger llega tarde… demasiado tarde (justo la unidad donde tu esposa, se encontraba allí). Tú, el protagonista, has decidido bajar a la superficie a rescatar la unidad porque, en tus propias palabras: “O me voy o se muere”. Es perfecto, tiene esa vibra de la vieja ciencia ficción de los 60/70, con todo el mundo tóxico creando una aventura mucho más grandiosa que requiere que explores cuatro áreas sorprendentemente grandes, incluido el Castillo Eterno.

La magia del arte antiguo: efectivamente abrumador

En primer lugar, intentar jugar e incluso concentrarse en este juego es increíblemente increíble. The Eternal Castle Remastered está hecho con un estilo muy austero, basado en la perspectiva, que utiliza un sistema de 2 bits para colores y tonos. Este es uno de los primeros indicios de que el juego es un homenaje a algo clásico y, a la vez, no verdaderamente clásico. El Castillo Eterno tiene un diseño demasiado inteligente, en realidad usa los espacios en negro para crear características y detalles adicionales, y también para darle al juego la oportunidad de acercarte sigilosamente a tus enemigos. Tener objetos viviendo no solo en las sombras, sino también en la ausencia de color crea momentos de sigilo increíbles, donde los enemigos pueden atacarte mientras reflexionas sobre el Castillo Eterno a la distancia, o puedes perderte viendo una secuencia verdaderamente espectacular que se desarrolla en una computadora encontrada. El uso de morados, verdes azulados, negros y blancos crea una imagen general que creo que le da un elemento muy punk rock a los diferentes ambientes en primer plano y los fondos que el juego, y la banda sonora, proporcionan. Cuando llegas a un salón tipo discotheque (una habitación utilizada para fiestas en lo profundo de unos pasillos rotos dentro de unas Ruinas Antiguas), tienes una cantidad abrumadora de estímulos acumulados entre los efectos de luz, de sonido y sobretodo porque hay trece enemigos bailando allí, donde es fácil confundir tu personaje entre la masa de cuerpos que ocupan la pista de baile.

 

 

Un gameplay tosco y sonido minimalista pero que cualquiera podría envidiar

En cuanto al gameplay en sí, The Eternal Castle Remastered le pide mucho al jugador. Tienes que correr, saltar, agacharte, subir, bajar con cuidado, disparar, pegar, cubrirte, esconderte, solucionar puzzles, medir tus tiempos de reacción, evitar trampas, etc., y todo en espacios grandes, largos y reducidos. Hay tantas cosas para encontrar y recolectar, las más importantes son los “fragmentos” que se necesitan “para llegar a casa”. Comenzamos en un nivel donde, en cierta manera, aprendemos las mecánicas básicas. Es un juego casi sin tutoriales, aunque iremos encontrando algunas pistas en forma de textos y diálogos de los personajes. Tras terminar ese nivel se abre el “mapa”, que nos permite jugar en cualquier orden tres niveles diferentes. Una vez completados estos tres, podemos acceder al nivel final. El diseño es muy interesante. En cada nivel vamos a encontrar ciertos potenciadores que nos facilitan ligeramente las cosas, por lo que si una etapa se te hace difícil, siempre podrás pasar a otra, conseguir el potenciador de ésta, y volver cuando lo consideres oportuno. Además, cada nivel tiene una particularidad como, por ejemplo, que sea muy oscuro o que escasee la munición.

Los escenarios me gustaron muchísimo, no sólo por su estilo artístico sino por su diseño. Tienen multitud de opciones, sobre todo para encontrar los múltiples secretos que guardan, y fomentan esa fórmula de ensayo y error tan propia del género. Podemos intentar luchar o podemos intentar correr, conseguir que los enemigos se cansen de perseguirnos o que nos encontremos con otro grupo al pasar a la siguiente zona y se junten para ofrecernos una bonita paliza grupal.

También quiero destacar las “decisiones” que podemos tomar. Son muy puntuales, pero me han llamado la atención. Por ejemplo, hay un momento en el que unos soldados van a fusilar a unos personajes. Si decidimos intervenir y matar a los soldados, los condenados se unirán a nosotros y nos ayudarán a acabar con los rivales que nos aguardan. Son pequeños detalles, pero me han gustado mucho.

Y ese es solo el aspecto de combate. Gran parte de The Eternal Castle es exploración y resolución cuidadosa de problemas, todo complementado con trampas que te llevarán a la pantalla de Game Over con un sólo toque. Me cortaron por la mitad, caí a pozos interminables hasta morir, me dispararon en la cara, quedé atravesado por púas, me aplastó algún tipo de jefe gigante mutado (¡oh sí, tenemos peleas de jefes!). La inteligencia artificial aquí nos muestra la verdadera naturaleza de la bestia: los NPC’s te perseguirán entre habitaciones e incluso arriba y abajo de ciertas estructuras si ven un camino despejado, y realmente pueden ser implacables si no tienes cuidado.

Por último, comentar que en lo sonoro es tan minimalista como en lo visual. Recurre a muchos momentos de silencios apenas interrumpidos por algunos efectos sonoros, así como a breves secuencias –las más importantes– donde la música hace acto de presencia para acompañar a la acción. Es, también, un acercamiento bastante auténtico a la época que intenta recuperar.

 

 

En conclusión…

The Eternal Castle es un juego que me ha gustado mucho y podría recomendarlo a cualquier amante de los juegos de aventura y para quienes disfruten de obras diferentes a lo acostumbrado en la actualidad. Es difícil de explicar lo bien que se ejecuta la propuesta y su increíble apartado audiovisual con muy pocos recursos. Básicamente podría decirles que es una experiencia que deben vivir.

La historia no demanda mucho tiempo. La puedes terminar en unas 3-5 horas, aunque la buena noticia es que hay incentivos para rejugarla, ya que descubrí que tiene un final oculto. Además, hay misiones extras que le dan un mayor tiempo de vida al juego.

Te llevarás constantes sorpresas que ofrecen un desarrollo muy variado y dinámico, y con algunos momentos geniales. A veces, vas a necesitar de un poco de paciencia para compensar su control desfasado a propósito y algunos problemas derivados de su arcaica apariencia, pero en general es una aventura muy, muy recomendable.

Un juego sólido, entretenido y bien diseñado, muy recomendable para los amantes de los plataformas cinematográficos clásicos, y que derrocha personalidad gracias a su apartado audiovisual.

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