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Cine y TV

[Review] Netflix apuesta por una adaptación no tan moderna de Persuasión

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La directora Carrie Cracknell decidió darle otra luz a la novela de Jane Austen.

Hay una razón muy importante por la cual, tras más de doscientos años, seguimos volviendo a visitar las historias de Jane Austen. Historias como “Emma” y “Orgullo y Prejuicio” y sus adaptaciones al cine han marcado a generaciones enteras en 1996 y 2005 respectivamente.

El trabajo de la novelista inglesa es universalmente bueno. Sus historias de amor revolucionaron el género, el romanticismo de la era de la regencia y sus heroínas, muchas veces adelantadas a su época, quedan en la retina de todos quienes han tenido uno de sus libros en sus manos o han visto sus adaptaciones.

“Persuasión”, novela póstuma de Austen no es la excepción. La historia sobre Anne y el Capitán Wentworth ha cautivado a generaciones, no sólo por su temática de reconexiones, sino por la condición de su protagonista.

El último libro de Jane Austen sigue a Anne Elliott, una mujer que tuvo un intenso romance con un hombre de la marina, pero fue persuadida por su familia y cercanos para dejarlo. Tras ocho años de haber terminado su romance con Wentworth, Anne se enfrenta de nuevo a él. Anne destaca entre las heroínas de Jane Austen por su madurez e introversión, volviéndola totalmente lo contrario a otras protagonistas como Emma Woodhouse y Elizabeth Bennet, cuestión que la adaptación de Netflix ignora.

No sólo Anne se siente como un intento de emular a Emma Woodhouse, otra heroína de Jane Austen, quizá por el éxito que tuvo la adaptación de su novela en el 2020, sino que carece de las características más icónicas de su símil de la novela. El nuevo filtro sarcástico y de narrador consciente del público hace sentir a la protagonista como una versión más antigua de Fleabag.

Anne es y siempre ha sido una mujer introvertida que encuentra fuerza en su silencio, y si bien volverla la narradora de su propia historia es una decisión interesante, es ejecutada de tal manera que despoja al personaje de su encanto y lo que la diferenciaba de otras protagonistas. A pesar de que Dakota Johnson hace una perfecta interpretación de una mujer inglesa en el 1800s, el personaje cae víctima de un guión que intenta replicar otras novelas de Austen.

Otra libertad creativa que tomó su dirección, Carrie Cracknell, es modernizar deliberadamente ciertos elementos del libro. En un intento de acercar la historia a nuevas generaciones el guión incluye elementos modernos que no son parte de la era de la regencia ni de la obra original.

A pesar de haber gastado millones en ambientar la historia en esta época, el propio guión traiciona la mística de la película y hace que el espectador salga de la era de la regencia y se instale en la actualidad. Así, la película intenta ser moderna pero a la vez introducir a la audiencia en el estilo de época, negándose a comprometerse con un concepto.

Esta falta de compromiso marca una indecisión y hace que la historia caiga flaca. Otras entregas ya han modernizado exitosamente a Jane Austen, pero existiendo un compromiso con esta idea. Claro ejemplo es “Clueless”, una adaptación noventera y situada en esa década de “Emma” se ha vuelto un clásico de culto de comedia y romance.

La adaptación también se aleja de la obra original en su casting, debido a que opta por el “colorblind casting”, una práctica que consiste en elegir al elenco sin tomar en cuenta la etnicidad de los actores, ya que estos no influyen en la trama. Si bien Londres en los 1800s no contaba con nobles asiáticos ni morenos, la película incluye actores de estas características de la mejor manera posible: no refiriéndose a ello.

La serie Bridgerton, otra entrega de Netflix ambientada en la era de la regencia, también adoptó esta práctica, incluyendo actores y actrices afroamericanas en su elenco. Sin embargo falló en el color-blind casting al referirse a esto en su diálogo e incluirlo como una importante parte de la historia.

La finalidad del color-blind casting es que la etnicidad de los actores y actrices no es importante, sino que su interpretación del personaje lo es. Hablar de aquello, especialmente en una entrega de época como si existiera un universo paralelo donde el racismo se acabó hace más de doscientos años, es un error del guión y traiciona el fin de este tipo de casting.

“Persuasión”, en este punto, destaca por la naturalidad en que maneja esta práctica y lo envuelve muy bien en su historia, ya que las familias sí parecen tener parentesco. Cuestión difícil de lograr ante este tipo prácticas.

En varios puntos, Netflix buscó volver a “Persuasión” una comedia romántica y traicionó gravemente su material original en más de un aspecto. Esta entrega se habría beneficiado de tener otro nombre, ya que así podría haber tenido la libertad de ser una adaptación moderna o una película de época. Quizás así también se habría librado de culpas por hacer que su protagonista no tenga nada en común con su símil del libro, además del nombre.

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